No me gusta el barrio'
Cuando acaba la entrevista, Dolores se ofrece a acompañar a la redactora al coche y Laura le sigue los pasos. La madre se aparta porque recibe una llamada en el móvil y la joven inicia una conversación aparentemente banal sobre su perra, a la que no deja de hacer carantoñas: «Mi princesa». Rápidamente reconduce la charla a otros derroteros.
-No me separo nunca de ella [de la perra], hasta me la llevo conmigo a montar...
-¿Se lleva bien con los caballos?
-Me subo en el caballo con ella y todo, la meto en una bolsa y ya está. Y en cuanto me alejo unos metros de aquí [mira con recelo a un lado de la calle y al otro], siempre la llevo conmigo.
-¿Y eso?, ¿el barrio es peligroso?
-[Silencio] No me gusta este barrio.
-¿Es inseguro?
-No me gusta, y menos teniendo el colegio ahí tan cerca. Me han pasado cosas malas en ese colegio.
-[...]
-Cosas muy malas... De las que hacen que nunca quieras estar sola.De las que no se olvidan en toda la vida.
Pese al deseo de sus padres de que no hable, parece evidente que Laura quiere -o necesita- contar. Pero ahí lo dejamos para no romper lo acordado.
Eran las nueve de la mañana del viernes 27 de marzo de 1998. Laura tenía 7 años.
-Mi mujer no estaba en casa porque había ido al funeral de un vecino. Fíjate que yo le dije: «No vayas», como presintiendo. Si no hubiera ido... -especula Ángel sobre lo que ya no se puede cambiar.
-A la niña se la llevó diciéndole que se tenía que ir con él porque le iba a probar unos bañadores, que se lo había encargado su madre -relata Dolores.
La sentencia dice que la menor estuvo raptada durante una hora pero los padres refieren cinco interminables horas de búsqueda.
-Tuvo que venir el Samur a atender a mi mujer y todo, porque le dio un ataque. No encontrábamos a la niña por ningún sitio y yo ya me iba para comisaría a poner la denuncia cuando llamó la Policía diciendo que ya la habían encontrado. La dejó en una carretera apartada del colegio ya sobre las dos de la tarde. Aquel día fue tremendo, porque además falleció un tío mío.
De lo sucedido en el intervalo que Laura estuvo en manos del pederasta la sentencia condenatoria recoge lo siguiente: «El procesado mantuvo retenida a la menor durante aproximadamente una hora circulando por diversas calles ubicadas en las proximidades del colegio y en un momento dado detuvo el vehículo y sacando sus órganos genitales comenzó a realizar frotamientos en la zona vaginal de la menor hasta conseguir eyacular manchando las bragas de ésta, consciente del temor que ocasionaba a la menor al haberle retenido y llevarla a un sitio despoblado. El procesado, una vez conseguido su propósito, permitió a la menor abandonar el vehículo en una calle ubicada a unos 500 metros del centro de enseñanza».
-A Laura no la tocó, no como estas niñas de ahora. Le quitó las braguitas y poco más -desdramatiza el asunto el padre, quien se derrumba y rompe a llorar en dos momentos de la entrevista pese a su insistencia en que el tema está olvidado, superado-. Mi Laura no sufrió, porque no le llegó a hacer nada, -repite en varias ocasiones.
-La examinaron los médicos ese mismo día y dijeron que no la había tocado -apunta la madre, refrendando a su marido.
La misma tarde de los hechos, Antonio Ángel Ortiz Martínez -42 años hoy, 28 entonces- fue detenido, según aseguran los padres de Laura. Unos minutos antes de que se llevara a su hija, lo había intentado con otra niña unos metros más arriba, pero un vecino presenció el conato de rapto y el pederasta tuvo que darse a la fuga.
-Este vecino contó a la Policía que el coche era de color blanco, que le faltaba el tapacubos de una de las ruedas y les dio algunos números de la matrícula [era un Renault Clio M-6249-N, según la sentencia], por eso lo cogieron enseguida -detalla las pesquisas Ángel, quien asegura que se le echó el lazo en un par de horas, el mismo 27 de marzo de 1998. [El dato no cuadra con el del ingreso en prisión preventiva en espera de juicio de Antonio Ortiz, que se produjo el 16 de noviembre de 1999, un año y medio después del rapto de Laura]
Si por algo ha destacado el pederasta de Ciudad Lineal ha sido por el celo que ha puesto en no dejar su rastro en las niñas que raptaba para luego agredirlas sexualmente. Que tenga constancia la Policía,cinco menores de entre 5 y 9 años, más otras tres tentativas en las que fracasó. Incluso las duchaba antes de devolverlas para borrar huellas. Lo hacía en un piso desocupado propiedad de su madre, en el que se han hallado resto de vómitos de una de las chicas y una huella de un pie. No fue tan escrupuloso en el caso de Laura, ya que dejó un reguero de restos biológicos que lo condenó sin sombra de duda: su semen en la ropa interior de la niña, uno de sus cabellos en la camiseta... Durante el juicio se declaró culpable.
«Que debemos condenar y condenamos a Antonio Ángel Ortiz Martínez [...] a la pena de nueve años de prisión [...] y, que indemnice en concepto de responsabilidad civil a Laura [...], a través de sus representantes legales, en 1.000.000 de pesetas [6.000 euros]», sentenció la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Madrid el 15 de septiembre de 2000. Una condena ejemplarizante, ya que la pena máxima que se le hubiera podido imponer era de 10 años.
Tras el juicio, los padres no volvieron a saber nada más del asunto hasta que recibieron una llamada del juzgado, no recuerdan de quién.
-Fue dos o tres años después del juicio. Nos dijeron que ya había cumplido gran parte de la condena, que si le perdonábamos -cuenta Ángel.
-¿Y qué respondieron?
-Que cumpliera toda la pena, íntegra, que no perdonábamos a ese señor ni un día.
Pero en julio de 2003 -tres años y ocho meses después del ingreso en prisión de Antonio Ortiz-, la Sección Quinta de la Audiencia Nacional -contra el criterio de la junta de Tratamiento de la cárcel y del juez de vigilancia penitenciaria- le concedió un tercer grado restringido. Antonio Ortiz podía salir de la cárcel los fines de semana previa petición de permiso. No se informó a la familia de Laura.
Entre los argumentos a favor de la medida se recoge en el auto que el condenado estaba cumpliendo con el abono de la indemnnización:«Consta que el penado está satisfaciendo la responsabilidad civil», se lee. Pero los padres aseguran que no han recibido ningún pago. Tampoco lo han reclamado. «Ni un duro, nunca hemos visto nada de aquello, nada», dice Ángel.
Ni la familia recibió reparación económica ni Laura tratamiento psicológico. No se les ofreció desde ningún organismo público y ellos no lo solicitaron. «Laura es una chica feliz, tiene novio y trabajo... Viene del trabajo, se mete en su habitación a ver la televisión con su novio y sus sobrinos y ahí pasa el tiempo, casi no sale».
De niña no destacó como estudiante, acabó la ESO en el mismo colegio a cuyas puertas fue raptada y, casualidad o no, dirigió sus pasos profesionales a un mundo especialmente terapéutico: el trabajo con caballos.
El pederasta, por su parte, no quiso someterse a terapia alguna. Como adelantaba el viernes María Peral en EL MUNDO, se negó a recibir atención psicológica en prisión y a seguir el tratamiento específico para agresores sexuales. Este punto fue fundamental para que en diciembre de 2006, la Sección Quinta de la Audiencia Nacional, la misma que le concedió el tercer grado restringido, le denegara la libertad condicional. Antonio Ortiz se despidió definitivamente de prisión, al menos por este caso, en el verano de 2008.
* Laura también sufrió los ataques de este señor en el año 1998, el pederasta de ciudad lineal cumplió su condena pero nunca se sometió ninguna terapia y que menos que a alguien que le ha hecho pasar por esos momentos a una niña que nunca lo olvidara tenga una terapia. Sin embargo ¿Cuanta gente en sus condenas finge estar curado y cuando sale le hacen falta unos años para volver a atacar?
Viendo lo visto no, las personas no cambian, es cierto que hay algunas que si como todo pero las excepciones hacen mucho daño . No me cabe ninguna duda de que Laura al volver a ver a su agresor en la televisión, prensa, internet o en comentarios que hace la gente por la calle ha recordado que a ella un día también le paso, y se que es una cosa que no se olvida y se tiene ahí pero creo que Laura no se merecía volver a ver a este señor en la calle, no se merece pensar que a esas niñas les paso igual o mas que a ella, no se merece que nadie ni nada mas le haga daño después de lo que tu le hiciste PEDERASTA .